jueves, 31 de octubre de 2019

Sin una duda

Querido Gio:

Sin una duda te digo que te amo y que serás el amor de mi vida.

Siempre tuyo, siempre mío, siempre nuestro.

Alejandro 

(¿) Malas (?) decisiones

Querido cómplice:

Si algo me caracteriza es el querer que quedar bien con todos a mi alrededor. Pero siempre, siempre fallé  a todos: a mi mamá, a mi sobrino, a la gente de mi trabajo y a mi gordo hermoso, el único hado porcosito.

Por eso hice todo para hacer feliz a Gio, y rechace sus esfuerzos por complacerme (los cuales era concesiones forzadas por miedo a perderme). Este fue un grave error cuando se supone que amas de verdad.

El resultado de estas (¿) malas (?) decisiones fue lastimarnos, alejarnos y perdernos el respeto. Hoy, sé que quien un día me amo siente un gran rencor en contra de mí y sé que aunque lo amo, ese amor no le es suficiente.

A ambos lado del río se queda una historia con un final no prevenido, y no resta otra cosa que decir "TE AMO GIORDANO."

Alejandro

lunes, 28 de octubre de 2019

Autosabotaje

Querido Giordano:

Si me preguntas por qué, la respuesta es no lo sé. Será que conozco poco de mi, que me rechazo a mí mismo e incluso que el autosabotaje se encuentra en mi ADN.

Si me preguntas por qué de la misma forma, la respuesta no se concreta.

Pero si me preguntas si aún te amo, la respuesta será siempre. 

Te amo, Giordano. 

Alejandro. 

Metamorfosis

Querido cómplice:

Hace muchos años comencé un blog similar a este para contarte lo malo, lo bueno y lo dramático que era ser una tormenta de emociones. En aquel espacio busca explicar (me) la maraña de emociones que tenía como consecuencia de descubrir mi preferencia por hombres obesos y nalgones. Hoy, uso este medio para arrancar de nuevo mi vida, más que para salir de ella.

En hace algunos años me definía como una tormenta, porque con minúsculas provocaciones de fríos y cálidos vientos, mi vida se convertía en gran choque de vientos emocionales en todas las dirección. Hoy, me he dado cuenta que a veces te toca resistir el golpe de la tormenta de alguien más por amor, empatía y compromiso. 

Para resistir a una tormenta, hay que ser como un risco junto al mar. Un risco que con paciencia espera la embestida de los cambios, que añora la calidez de nuevos tiempos y que luce acogedor cuando los ventarrones de la incertidumbre dan paso a los susurros de risas de dos amantes. 

Los años y las decenas de hombres, uno en realidad, llamado Giordano, fueron condición suficiente y necesaria para esta metamorfosis. Dejo de ser un meteoro para convertirme en un lugar perene al que espero el corazón de mi gordo le sirva de refugio.

Este es un cambio natural, inminente y claramente que no tiene vuelta atrás. Acepto con grado de drama excesivo que mi cambio de forma ya se ve frente cuando me paro frente al espejo. Mis decisiones, mis pensamientos y mis omisiones que han llevado a ser un hombre diferente, y no por ello, menos memorable como lo he sido hasta ahora. Por eso, es crucial que haya un risco capaz de vivir la dura caricia de las olas de la vida.

Para quien quiera saberlo y para que mi mente abandone ideas de autosabotaje, me encuentro en uno de los peores momentos de mi vida porque perdí al amor de mi vida: te perdí Giordano. Sin sin saber a donde voy, trataré de encontrar un rumbo funcional, el cual seguro será más fácil de hallar que construir un México con PIB superior al 4% anual.

Espero que pronto esta tormenta termine,

Ícaro