¿Cómo te ha tratado la vida estos meses? ¿Qué tal te hizo con las lluvias? ¿Tus pantalones se han mojado más de lo usual? ¿Regresaste a las andadas de felaciones en el último vagón del metro o sigues con miedo al COVID?
Te escribo con alegría porque el aire tiene un buqué a arcoíris. Llegó el día más diverso de todo el año; nuestra navidrag.
A propósito de la celebración del PRIDE DAY, me gustaría compartir contigo una pequeña reflexión sobre la aceptación a la jotería en el país. No tengo más propósito que agradecer la fuerza, la resistencia y el entusiasmo de las personas que lucharon, luchan y lucharán porque todos seamos tan torcidos como queramos ser.
(Sonido de chasquido de dedos)
Tiene escasas 4 décadas que se puede hablar con algo de libertad sobre orientaciones sexuales, expresiones de género y derechos sexuales en México. Si nos ponemos estrictos, hay muchas zonas del país donde la diversidad sexual sigue prohibida. Sin embargo, concedamos que, en lo general, las y los mexicanos hemos aprendido a ser una población un poquito más incluyente con las plumas, los abanicos y los condones de sabores.
El cambio cultural que hoy da licencia a jotos discretos a una vida suburbana entre el resto de raza es consecuencia directa de muchas protestas de hombres hechos y derechos empotrados en vestidos de noche y zapatos a juego, así como del éxito de muchas mujeres cabronas y machorras por haber conquistado altos espacios laborales. Este cambio en sectores de la sociedad mexicana también se debe a las muchas denuncias periodísticas relacionadas por los asesinatos de Chicas TV en moteles de paso de Calzada de Tlalpan.
México logró un cambio cuando las películas y series dejaron de presentar a los jotos y las lenchas como patiños y se convirtieron en protagonistas de historias épicas. Por último, pero no menos importante, vivimos una metamorfosis social por todos esos esfuerzos invisibles (pero potentes) para combatir la discriminación, el miedo y la ignorancia sobre la diversidad sexual.
Muchas de las personas que iniciaron la lucha sufrieron golpes, mentadas de madres y detenciones arbitrarias por ser quien eran. Esas agresiones los llevaron a alzar la voz para exigir equidad, igualdad jurídica y protección pública con música, glitter y cinismo porque estaban hartos de vivir en la vulnerabilidad, en la clandestinidad y la sombra. Por recordemos, que si algo gusta a la plebe arcoíris es brillar de noche.
Si en algún sentido, México parece que va para ser un país más diverso es gracias a los tacones, a los tanates y a la temeridad de esos héroes anónimos que circulan de noche por la Zona Rosa de la CDMX. Gracias a ellas y a ellos hay servicios públicos, empleos y mercancías que buscan cubrir nuestras necesidades y que nos ponen en el mapa como un sector con un peso político, económico, social e histórico.
Compinche de mi amor, hoy nos toca celebrar como todos los días quienes somos, pero también nos toca recordar y agradecer a todas y todos los que nos abrieron la pista para bailar con libertad.
Despidámonos cantando al unísono este himno de aceptación, amor y, claro, de desmadre: "I'm beautiful in my way 'cause God makes no mistakes. I'm on the right track, baby... I was born this way."
Ícaro