jueves, 24 de marzo de 2022

De aquí no me muevo

 Querido cómplice:


No me hago la víctima aunque lo puedas o lo quieras pensar. Estoy herido. Devastado. 

Siento un gran dolor, porque la verdad se me estampó en la cara, porque tengo que reconocer que mi amor se contaminó, porque esos famosos arranques de amor no son virtuosos. 

Las que siempre presumí como hazañas, mis grandes locuras de amor son lo que siempre fueron artilugios extremos que era innecesarios, que fueron cansados y que consumieron el amor. 

Me pesa decirlo en voz alta, pero tengo que reconocer que mi forma de amar daña más que protege, irrita más que calma y destruye más que construye. 

Sin embargo, no hay motivos para afirmar que el amor no debe ser gigantesco, colorido y luminoso; así como sus proxies. 

Tendré que aprende a expresar mi amor de otra forma, sin embargo no conozco evidencia que diga que mi amor no debe ser voluminoso, festivo y memorable. De aquí no me muevo, porque el amor que voy a seguir dando será talla plus como mis pantalones. Eso si, será delicado, preciso y sincero. 

Voy a caminar por este bache sin enterrarme en el fondo; me voy a seguir amando con entereza y voy a volver a reír a pulmón lleno como lo hecho por más de tres décadas. 

Mi cómplice, te dejo. Sigo entre sollozos, pero no desesperado mientras se reproduce en aleatorio “Lights will guide you home, and ignite your bones and I will try to fix you.

Alejandro

miércoles, 23 de marzo de 2022

Me tendré que perdonar, cuidar y valorar yo mismo

 Querido cómplice:


Frente a mi nuevo presente, no tengo fuerzas, energía o aire que me impulsen. Siento como la ansiedad me empieza a dominar al grado de sentirme perdido, nublado y lleno de odio. 


Me estoy empezando a maldecir porque no puedo escapar tan rápido y porque me aferro a un as que me de la victoria. 


Respiro un instante a la vez me repito desesperadamente, mientras sostengo la fluoxetina en la mano, que  me tendré que perdonar cuidar y valorar yo mismo. 


Mi lector, te dejo porque no me siento de todo bien. 


Alejandro

martes, 22 de marzo de 2022

Si tengo que decir adiós, me despido con una sonrisa

 Querido Giordano:


En las últimas horas una verdad se reveló frente a nosotros: esta relación no te hacía feliz. Estas palabras me hirieron profundamente, me pegaron en lo más profundo de mi corazón y transtornaron cada una de mis células.


Hasta hace 72 horas conocía el rumbo de mi futuro; ese lindo futuro a tu lado. Creí ganarle a la incertidumbre la mayoría de las jugadas. Me sentí un ganador. Pero sin tregua y sin aviso me acabo de dar cuenta de la más espectacular de las jugarretas de la vida: me expulsas de tu vida.


Las razones son muchas para acabar estar relación: los miles de gritos que imperé, las centenas de veces que me ignoras, las millones de veces que fuimos egoístas él uno con él otro, las billones de veces que nos faltamos al respeto sin motivo ni civilidad y la lista sigue.  


 No pienso hacer reclamos de despecho porque lo malo no supera lo bueno. Las sonrisas y las panzas llenas abundan en mis memorias por montones que casi opacan las lagrimas y los ayunos innecesarios. Los errores, los grandes errores, no eclipsan las extraordinarias decisiones que tomamos juntos. Las largas noches de amor por estudio o sexo no se anulan por las peleas y los reclamos hasta el alba. 


Me voy como vencedor porque te ame, te amo y amaré con todas mis fuerzas.  


Si esta historia de amor tiene un último capítulo, lo culminaremos con un final intenso y correspondiente a la dimensión de lo que significa amor. Si tengo que dejar de ver esos hermosos ojos café en cada amanecer, voy a grabar en mi memoria cada pigmento de tu iris caoba avellana. Si tengo que decir adiós, me despido con una sonrisa porque el amor nunca le debe hacer mal a nadie; te nutre y de da vida.   


Mi querido gordo, me despido convencido mientras con voz ronca te canto: "y yo, por última vez me veré en tus pupilas. Cogeré tus manos y antes de marchar, con un hilo de voz te diría: "¿Lo ves, tonto lo ves? Cómo fuiste el amor de mi vida"


Alejandro, 

22  de marzo de 2022