Mi querido cómplice:
¿Qué dicen los primeros vientos de este frío otoño? ¿Qué se siente cuando la brisa acaricia cada cana del mechón en tu frente? ¿Qué tal la calma que ahora domina después de la tormenta?
Sin darme cuenta durante los últimos días la vida volvió a cambiar. Viví sin congojas, soñé sin miedo y reí sin esfuerzo.
Eso que decían se cumplió: la vida siguió. El río de flujo constante de vivencias se hizo camino y yo me siento yo otra vez.
Puedo hacer planes, puedo dormir sin recelo y me a pacho sin culpas. El risco aunque erosionado siguió de pie frente al mar y sin pausa recibe cada ola, cada atardecer y cada luna ménguate.
Esa mentada calma que todos apostaron que iba nutrirme por fin salió del mazo de cartas. Hoy sigo por esta ciudad con otra sonrisa, con muchas ganas y con otra melodía en mis tarareos.
El juego siguió, no me gusto el resultado; el juego siguió, me seguí lastimando; el juego siguió y hoy respiro con tranquilidad. No hay queja ni reproche.
Es momento de arrancar el nuevo año electoral mientras vivo este bello presente para ganar en el norte. Es momento de salir a ganarse el taco de hoy y es momento de seguir surfeando por la ciudad lago de Tenochtitlán.
Me sumo al coro del conductor del trolebús que, desde el alba y con buen ánimo, canta a todo pulmón como el divo de Juárez: "Hoy como otros días yo seguiré tratando ser mejor. Y sonriendo haré las cosas con amor [...] Buenos días, alegría (Buenos días, Señor Sol). Buenos días al amor (Bueno días ah ah)."
Alejandro