martes, 23 de agosto de 2022

Un aniversario más... de mi liosa gatita

 Cómplice: 

¿Qué dice el balance del verano que hoy termina? ¿Hubo bikinis y tangas al por mayor? ¿Listo para el inicio del airoso otoño? ¿Preparado para los cambios que vienen con las hojas secas? 

No lo sabes o no lo recuerdas, pero hoy se cumplirían 5 años de mi historia de amor con él. Este día debió ser de fiesta y costillas. Esta fecha era para crear recuerdos. Esta efeméride era para reír y gemir de placer a su lado. 

Pero eso ya no fue ni será. No hay más que decir. 

Pensé que sería un día pesado por el recuerdo de esa última cena de aniversario, de esa última noche a su lado o de ese último beso que nos dimos. Sin embargo, los segundos, los minutos, y las horas han fluido sin pausas ni contratiempos. 

A pesar de no estar sufriendo, siento que debo darle sentido a este día. No quiero que sea el día de un aniversario muerto, quiero que sea un día de dicha. 

A partir de hoy, voy a celebrar el cumpleaños de la criatura que se convirtió en mi compañera cuando la noche fue más oscura, que me dio consuelo cuando la soledad me invadió por su abandono, y que ha hecho ameno cada día con sus travesuras felinas. 

Bautizo el 23 de agosto como el día de mi amada Menten, la princesa gatuna más altiva de la Del Valle.  

Mi bien te cuento que hace 2 años, a medio otoño, en el patío de esa casa en la que habité, una pequeña gatita lloraba por hambre y dolor. Una gatilla, aproximadamente de un mes, llegó a la puerta y, pese a mi resistencia, se convirtió en parte de mi vida.  

Al igual que yo, Menten fue abandonada por esa persona que nos juro cuidar. Le agarré más cariño a esta bestia miniatura porque nos hicimos compañeros mientras asimilábamos el gran cambio que estabamos viviendo. 

Finalmente, cuando la mudanza al nuevo departamento se concretó, Menten viajo conmigo. Como yo, con miedo, descubrió nuestro nuevo hogar; como yo, se adaptó pese a las resistencias, y, como yo, se enamoró la de la vista de los cerros del sur de la CDMX. 

[Sonara muy a la Monsiváis, pero debo reconocer que ella goza más el departamento que yo. Más de una vez he encontrado a Menten durmiendo en el alfeizar de la ventana mientras la briza le acaricia los bigotes. Esta acto de pereza la convierte en la única ama de este rincón cerca del cielo].

Recapitulando, yo no voy a llorar cuando a las 20:33 horas se cumplan 5 años del día que me cambio la vida (o al menos eso espero). Hoy, a esa hora estaré entrenando para hacer de mis energías algo más productivo que sufrir y cuando regrese a casa celebraré con mi peluda compañera 2 años de compartir esta vida tan animalesca. 

Compinche, te dejo porque me tengo que preparar para salir. Antes de ello, voy a colocar agua y alimento a mi monstruo atrigrado, después le pediré que se porté bien y, con voz chiqueada, le cantaré  a Menten nuestra canción favorita: Soft kitty, warm kitty. Little ball of fur. Happy kitty, sleepy kitty. Purr purr purr.

Alejandro

viernes, 12 de agosto de 2022

Ciego, sordo y, por voluntad, mudo

 Cómplice: 

¿Despertaste con el suave cantar de la alerta sísmica de la CDMX? ¿Ya empezaste a reconsiderar eso de vivir por encima del quinto piso? ¿Fuiste tan afortunado como yo que no sintió el sismo michoacano porque el insomnio no te invadió por primera vez en meses? ¿Qué se siente que la tierra se siga moviendo mientras tú te sientes petrificado?

Como sabes llevo unos meses asistiendo a sesiones con Delfos, un prominente psicólogo y sexólogo sudamericano, que como su tocayo, me ha mostrado mi pasado, mi presente y mis posibles futuros ahora que soy este hombre soltero. Semana tras semana, mi oráculo en renta me ha enfrentado a mi realidad; me ha orientado en este paraje sin norte, y me ha detenido cuando le hago ojitos a las salidas tangentes para escapar de este sufrimiento. 

La terapia ha sido un proceso duro porque me cuesta seguir al pie de la letra las recomendaciones, advertencias y argumentos que forjo con Delfos. Tampoco me convencen los bien intencionados discursos de los demás que, como un coro afinado, me repiten la misma letanía de valoración externa que inunda la terapia. De hecho, me sorprende que el médico, el cocinero y el contador, todos amigos entrañables y sin conocerse entre sí, me repitan una a una cada palabra que usa el loquero. 

En mi última sesión, Delfos y yo hicimos un ejercicio de rendición de cuentas a mi corazón. Armamos un informe de resultados a 4 meses de terapia con el estilo más tecnócrata que pudimos encontrar. El legemante me informó, contundentemente, que he encontrado un rumbo; que he logrado cuidar de mí a pesar de haberme abandonado, y que he vivido aunque pensé que no habría vida sin él. 

Me parece muy extraño lo que dijo e incluso me reí por incredulidad. Si soy sincero, me entiendo ciego, sordo y, por voluntad, mudo ante todas esas "prominentes hazañas" que me dicen que he alcanzado. Mi dolor, mi frustración y mi soledad no me permiten aceptar que el risco sigue en pie después de una tormentilla más, que este herido jabalí está listo para cazar de nuevo y que este hombre de cristal es más fuerte que un desamor sodomita. 

Sé que si el río suena, es porque agua lleva. Sin peros, voy a dar crédito a esta narrativa que me rodea. En el fondo lo sé: (me) tengo fe. Si no la tuviera, entonces hubiera abandonado la terapia; lloraría más de lo que lo hago, y no sería el gordo homosexual que habita en el apartamento con la mejor vista del sur de la Chilangolandia.

Dejaré que el río siga su curso. Es posible que en el siguiente puerto las risas estén al orden del día y los abrazos no tengan peajes ni cobros ocultos.  

Sigamos con el día laboral y confiemos en las palabras de Conchita Wurst, la reina barbuda de Austria, cuando dice que "you will have another grand romance. Like it's do or die. Never giving in. Always let your heart win [...] Sometimes it's just gonna hurt (yeah), but you gonna live and learn (yeah). You're stronger than you believe you are... you are unstoppable!"

Alejandro

jueves, 4 de agosto de 2022

Voy a seguir...

 Cómplice:

¿Qué dice la vida con una inflación tan agresiva como los perros de la azotea de enfrente? ¿Ya empezaste a comprar vino de caja para ahogar las penas o todavía te alcanza para el vodka azul? La vida adulta cuesto más de lo que uno podría pensar (monetaria y emocionalmente). 

Después de 3 meses en la equina de Eje 8 y Moras me he dado cuenta que la vida, a veces, si puede seguir después de una gran pérdida; que las risas también se practican para cuando uno necesita descoserse por algo gracioso, y que la pista vuelve abrir para una noche más de baile sensual. 

Los días oscuros, apesadumbrados y sin mucha dirección han sido más de los que puedo recordar. Puedo afirmar que dominan mi humor. Sin embargo, los días buenos, como el de hoy, en el que la alarma funciona, el internet corre y mis emociones son mis motor (y no mi obstáculo) son un sano alimento para mi alma en convalecencia. 

Tengo claro que las cosas seguirán siendo difíciles y que me enfrentaré a mil y un retos ahora que soy el jabalí solitario de la Del Valle. Pero, confío en que una buena taza de té, un interesante libro y dos capsulas diarias de fluoxetina generen suficiente energía cinética que mantengan gozando esta hermosa vida que me estoy esforzando en construir. 

Camarada, me voy a seguir... caminando, cantando y cosiendo. Espero que el dolor no me alcance y que el viento del otoño me lleve a un lugar que valga la pena descubrir. 

Así que "if I can't understand it, I'll find another way. I could live with it; I could live with it. Moving, keep moving."

Alx