Mi cómplice:
¿Qué dice el último cuarto del año? ¿Listo para cerrar con fuerza o dejarás que la vida sigue usando tu cabeza como pelota de basketball?
Te soy sincero todo está bien. Sin embargo, con recelo puedo afirmar que algo está mal. Es mi mente sobre-reaccionado a la brisa, a una lata que es pateada o a una mosca volando a mi alrededor.
Conozco esta sensación. Reconozco los síntomas: respiración acelerada, recuerdos atacando mi corazón y mis manos temblando sin ritmo ni control.
Mi bien estoy viviendo una crisis más. Hablamos de ansiedad en su forma más bruta, sin diluir y en cantidades desmedidas.
Justo ahora, no puedo pensar en lo bueno, no puedo vivir sin miedo; no puedo sentirme en paz.
Me es casi imposible concentrarme en las cosas que si funcionan en mi vida: mi hijo siendo feliz porque su familia lo cuida; mi trabajo donde soy bien valorado y respetado; mi departamento que ya se ha convertido en mi hogar y que es un lugar seguro.
Si me preguntas que causo esta crisis te diré que cualquier cosa y que nada la justifica. Pudo haber sido la taza extra de café, haber dormido menos de 6 horas, la fecha de pago de la tarjeta, mis variados pasatiempos o lo lento que va el Metro.
A mi mente no le importa que mi cuerpo y mi alma, con esfuerzo y paciencia, se ha nutrido y ha sanado; a mi mente sólo le angustia que todo puede derrumbarse en cualquier momento; a mi mente sólo le angustia la posibilidad, completamente impredecible, de otra vez, estar solo, herido y desprotegido.
Esta ola de emociones parece incontenible. No obstante, tengo la convicción de que puedo resistir mi auto ataque.
Voy a seguir mi camino. Sí, como otro martes, iré a entrenar. Voy a darle una pausa de 120 minutos a ese mundo que me oprime por mi propia elección. Voy a ser un gordo más y no aquel atlas que en los hombros lleva la carga autoimpuesta de muchos prójimos.
Se que esta crisis, cómo las miles que he vivido en el pasado, será pasajera. Sin embargo, siento la incertidumbre susurrándome al oído: ¡alerta todo está mal!
Me compré la idea de que hoy soy mas fuerte que esta enfermedad; que los malos días son solo eso días; que mañana saldrá el sol y volveremos a empezar.
Respiraré hondo y volveré a comenzar...
Como dice los Dragones imaginarios, me quedo en mi camino porque no tengo tiempo para las personas tóxicas, aunque esa persona tóxica sea yo mismo.
Alejandro
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