Querido cómplice:
Te escribo al filo de la media noche porque no puedo dormir. Mi cabeza es una maraña de hilos enredados que cuando intento soltar se tuercen más.
Tengo pavor, mucho pavor, pero no puedo hacer nada. Mis errores tuvieron consecuencias y a Giordano mis te amo le sobran, aunque son lo que más anhela.
No sé a donde voy. No tengo ni orden ni dirección. Soy como esos barcos que su capitán peca de inexperiencia y poca preparación para la vida (en alta mar).
Me voy a cubrir los ojos para fingir que no me he equivocado y tal vez así despierte de este sueño macabro que provoque al abrirme la bragueta en lugar de decir que estaba frustrado.
Alejandro
No hay comentarios:
Publicar un comentario