martes, 31 de mayo de 2022

Amar es una carga, más que una bendición

Nota: Este texto surgió como una idea que tuve durante el confinamiento de la pandemia del COVID19 entre 2020 y 2022. 

Tenía miedo de escribirlo a consecuencia del terror a aceptar que mi relación se había fracturado y que no tenía remedio. Sin embargo, para el verano de 2022 eso ya había pasado y tengo la sensación de que perdí el tiempo al no enfrentar mis sentimientos entonces. 

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Mi cómplice:

Espero que estés bien. ¿Te ha relajado el vivir encerrado a 4 paredes? ¿Qué se siente respirar el mismo aire una y otra vez? ¿No te hace falta la brisa del mar?

He empezado a tener miedo a mis propias ideas. Quisiera bloquear todas mis emociones para que éstas no den a luz sentencias que podrían lastimarme a mí y a la persona que tanto amo. Pero la locura y mi baja de dosis de antidepresivos no me permite controlar lo que pienso.

Cada día siento más rencor de la persona que comparte mi cama a consecuencia de las varias veces que por noche me despierto porque encuentro en "On" la lampara nupcial o la televisión sin razón. Cada desayuno me siento más erosionado por su desdén y su horrible costumbre de aventar el plato al frente cuando termina de engullirse su doble porción de alimentos. Cada momento siento más cólera por sus desmedidos berrinches asociados a la lenta velocidad del internet, a la ausencia de cupones para "boneless" o al anuncio de que otra película va a postergar su estreno por la pandemia. 

No vivo preocupado de contraer esa desconocida enfermedad; vivo angustiado porque en cualquier momento mi osito dejará de ser manso para convertirse en un leviatán que hiere de muerte todo a su paso. Escudriño las habitaciones al entrar para evitar hacer un movimiento en falso e iniciar otra pelea que sólo se va apagar con otro pedido de 500 pesos más propina en Uber Eats. 

Mi cabeza no está en otro lado más que en tener contento a mi marido. Mi marido no hace otra cosa que quejarse por sentirse como animal enjaulado. Lo que no hace es valorar las decisiones que lo llevaron a estar encerrado a piedra y loco: sus casi 3 décadas consumiendo comida chatarra, sus más de dos lustros ingiriendo alcohol y tabaco al por mayor y su larga vida estudiantil de malos hábitos de sueños e hidratación. 

Cada vez que me obligo a tener la cabeza fría para que una discusión sólo sea un berrinche pequeño y no una tercera guerra mundial, me quiebro un poco más. Como el moho en la paredes de esta vieja casa, esa idea permea mi corazón: amar es una carga, más que una bendición. 

Para dejar de pensar, para no enfrentarme a mi mismo y a él y para callar la voz de la cordura en mi cabeza, me voy a dormir otro par de horas. Cuando despierte, si el atardecer no ha llegado, haré una merienda frita; pero si la luna ya brilla, entonces haré un pedido de más de 5 mil calorías y lo esperaré mientras acompaño a mi gordo en su enésimo juego de the Age of Empires

Empiezo a sentirme desesperado. Creo que tengo que tomar una decisión o voy a perder lo que más amo: a él. 

Sin saber que consecuencia tendrá, voy a meter mi creatividad, mi imaginación y mi inspiración en una caja para que no haya dolor ni lagrimas. Me voy a concentrar en estar para mi pareja. No me quiero imaginar un mundo sin él; no me quiero enfrentar la verdad de su indiferencia; no me quiero sentir derrotado por perder mi matrimonio. 

En mi camino voy en neutral de aquí en adelante, a pesar de las curvas o las pendientes.

Camarada, te dejo para practicar mi dicción pérdida en italiano. Seguiré recitando una canción cualquiera de T. Ferro: "Y en tiempos negros, te salvé la vida tantas veces y no supiste, eh. Descubrirás un día que te entregué mi vida y el sentimiento fue solamente mío. Tu amor fue casi nada; lo hice mi universo. Estoy roto, has extraviado un trozo de mí, eh. Ya fui demasiado bueno; hoy me rindo, ya no puedo más."

Alejandro

lunes, 23 de mayo de 2022

La claridad del reflejo

Mi cómplice:

¿Qué tal te han tratado los volubles cambios de clima de nuestra ciudad? ¿No te abruma tener que salir listo para el calor del infierno y cargar la sobrilla para el diluvio de cada tarde? ¿Listo para los nuevos vientos que circulan por esta inmensa ciudad?

Ya con la cabeza menos llena de aire caliente, me he dado a la tarea de crear espacio para nuevas y productivas ideas. En los últimos días he caído en cuenta de la fortuna que poseo. No hablo de dinero ni propiedades; me refiero a mi invaluable colección de amigas y amigos.

Por más de 20 años, desde que le entendí al juego de las atrapadas, he compartido charlas maratónicas, juergas con millones de lágrimas y conciertos monumentales de risas con estas extraordinarias personas que me han brindado su amistad. Hablamos de más de dos décadas de confianza, respeto y sinceridad de ida y vuelta con mis camaradas.

Reconozco con el pecho crecido que mis cuatachos y cuatachas han sido cruciales para mi cordura, para mi crecimiento personal y para enfrentar esas tormentas inesperadas. Considero indispensable aceptar que sus buenas ideas, sus críticas implacables y su paciencia dosificada me han cobijado y me han impulsado cuando fue necesario.

Merecen más que un monumento. No puedo dejar de aceptar que gracias a sus consejos aprendí a esperar a que la bruma del desamor siempre se disipa; a encarar el dolor del fracaso sin victimizarme, o a presumir mis glorias sin perder el piso.

Tengo claro que cada vez que pido un consejo estoy frente a un espejo que habla con la verdad, que me muestra virtudes y vacíos con sinceridad y que me presentan mi realidad con franqueza y sin condescendencia. No importa si me estoy ahogando en un vaso de agua o me enfrento a una decisión temeraria, me hablan con la verdad.

Cada consejo me lleva a un lugar seguro porque a través de sus ojos y opiniones me enfrento a la justicia de mi propia imagen. La claridad del reflejo con la me hablan me impide engañar (me), me impulsa a mejorar y me da dirección cuando quiero perder el tiempo en caminos estériles.

En las últimas semanas fueron indispensables para enfrentar el rompimiento de mi relación. Sin tener que pedirlo más de una vez, estuvieron ahí para mí, me atendieron con cariño y me apalearon con la verdad para que saliera adelante del hoyo en que me quería sumir.

Si bien no transfiero mi responsabilidad de lo que soy, donde estoy y lo que quiero ser. Tengo muy claro que mis compinches fueron el viento bajo mis alas para que esta ave con las alas rotas volviera a surcar el cielo.

Sus palabras y sus atenciones fueron necesarias, útiles y reconfortantes ahora que un hombre me rompió mi grasoso corazón. Con petulancia puedo decir que su compañía será requerida mañana cuando otra vez encuentre al amor de mi vida, cuando fracase laboralmente o cuando encuentre otro lugar gris donde querer mimetizarme.

Mi cómplice es momento de completar mi radiografía económica de Campeche mientras finjo que no vivo un sitcom de la ABC y tengo como tema de entrada “When it hasn't been your day, your week, your month or even your year, but I'll be there for you ('Cause you're there for me too).”

Alejandro


miércoles, 18 de mayo de 2022

Es momento de dejar este nido


Querido cómplice:

¿Cómo te ha ido en estos días de calor intenso? ¿Has empezado a fusionarte con la silla mientras tecleas como loco el resumen de la mañanera? ¿Listo para que las emociones se suelten en la semana santa?

Después de que Giordano me dejo, me sumí en hoyo que me aprisiona y me hace sentir que la vida perdió mucho sentido. Me siento herido y creo que no he vivido lo peor porque la esperanza de recuperar a mi gordo de ojos chocolate me sigue invadiendo múltiples veces por día.

Sin embargo, cuando la cabeza está fría, cuando las puertas de otras vivencias se muestran entreabiertas y cuando empiezo a pensar en mí mismo antes que él, entonces empiezo a pesar que es momento de abrir las alas para volar más lejos, más alto y con más velocidad como nunca lo he hecho.

Sigo enamorado, volvería a darlo todo por él y seguiré pensando que tenemos un destino juntos. No obstante, creo que es momento de vivir este cambio; es momento de pensar en mí antes que todo y es momento de dejar este nido donde no hay cabida para mí.

Será que nos seguiremos amando, será que habrá otro chance, será que conoceré a alguien nuevo, será que lograré nuevas metas. Eso no importa. El tiempo dicta que debo salir al mundo otra vez para descubrirlo, para gozarlo y para seguir riendo.

Por unos días lo olvidé. Pero es tiempo de tener en cuenta que “every day there's a war to fight, and if I win or lose, never mind […] I'm ready for the good times; I'm ready for the good times… Ready to get it on.”

Alejandro

6 de abril de 2022

El 7 es mi número de la suerte

 Mi querido cómplice:
 
¿Cómo te fue en tus vacaciones? Las mías fueron una montaña rusa sin control de velocidad y sin las protecciones para mi corazón, mi salud mental y mi reputación como amante internacional

Tomé la decisión de cumplir mi última promesa a Giordano: Nuestro viaje de vacaciones por sus primeros 30 años. Sin embargo, vinimos a gringolandia sabiendo que él me había dejado por otro; nos subimos al mismo avión sabiendo que el me había engañado con un tipo que a mi juicio no me hace sombra; visitamos a mi hermano y compartimos su mesa fingiendo que no hay una cantidad infinita de reproches para justificar su infidelidad y justificar mi codependencia; compartimos la cama para dormir y fornicar creyendo que visitar el Paseo de la Fama y los antros gays de West Hollywood no tendría un costo para nuestra salud mental. 

Pequé de absoluta inocencia al creer que lo peor que me podía pasar era recuperar un par de kilos por la ingesta masiva de soda y harinas procesadas de la comida nativa del país de las barras y las estrellasSin embargo, mi viaje acabó mal, como todos lo supusimos, porque no le sé poner límites a Giordano, me volví a poner de pechito para que abusara de mi carácter y volví a perder la cabeza y a gritar a media calle a las 3 de la mañana

Los malditos celos derivados de la compulsiva necesidad de Giordano de reportarle su vida y hasta mi vida a ese tipo cobarde me consumieron mientras bailábamos por petición suya en un bar mediocre de la zona rosa de Los Ángeles. No pude soportar que unas horas antes de regresar a casa y a unas horas de cumplir 7 años de abandonar el closet otra vez me sitiera el plato de segunda mesa de quien me dice que me ama y que mientras me decía que quería estar conmigo, Giordano con su mente ya estaban en otro país y con otra persona. 

Termino mis vacaciones con el sabor más amargo podrido que pudo haber; llego a mis primeros 7 años amándome al 100%, pero rechazado esa versión de mí que me limita; regreso a casa con la cola entre las patas porque pensé que mi fea historia de amor podría tener un final feliz de dos gordos enamorados comiendo In N Out frente a la playa de Santa Mónica. 

Ya no puedo hacer nada. Ya fui, otra vez y en su versión internacional, ese monstruo horrible mientras pretendía ser el papá de Giordano, la niñera de Giordano, la enfermera de Giordano, la mucama de Giordano, pero nunca su pareja. 

Me voy a poner llorar lo que necesite porque cuando cruce migración en unas horas voy a regresar a mi realidad: la realidad que no niego, que abrazó y que acepto. Me daré la oportunidad de retornar a mi departamento en un rincón cerca del cielo, a mis aplicaciones para buscar amantes que queme ayuden con mi cardio del día, a mis libros y mis estudios truncos, y a vivir para mí y sin pesos ajenos. 

Estaré en casa cuando llegue mi séptimo cumpleaños, cuando inicie este nuevo año estaré más cerca de una década de éxitos de amor propio que de un lustro de mentiras de una relación tóxica, cuando el inicie otro ronda del sol sólo lloraré porque me pegue en el dedo gordo con la esquina de la cama y no porque mi autoestima esté en el suelo consecuencia de que Giordano se fue a vivir con ese hombrecillo  en menos de 24 horas de haberme dejado.

Basta de este drama. Dos meses fueron suficiente. 

Me voy a cambiar el switch. El 7 va a ser mi número de la suerte y voy a empezar otro año con la luz y la sombra sin tener más que ganas de vivir: errores, fracasos, lagrimas, éxitos, risas y amores. Se queda en Estados Unidos este dolor porque ya lo cargué por medio continente y no saco nada productivo de ello ni recupero a Giordano. 

Voy a regresar con dos maletas llenas por mi paso por Ross, Target y Macy's, pero la carga, esa carga de mierda, ya no viene conmigo. 

Mi querido cómplice es tiempo de pasar la revisión de seguridad en uno de los aeropuertos más grandes del mundo. Será que en el cateo me decomisan mi cinismo, mi tristeza y mi lujuria. 

También es momento de dar uno de los pasos más importantes de mi vida: pensar únicamente en mí y para míDejemos que el gordito de Sam Smith me aconseje al oído para salir adelante everyday I’m trying not to hate myselfBut lately, it’s not hurting like it did beforeMaybe I am learning how to love me more.

Alejandro